Pero ¿qué se entiende verdaderamente por libertad de acción? ¿A qué se refiere la negación u oposición a realizar actos, que crees, ajenos a ti? Esas interrogaciones, y otras, muestran la primera complejidad ligada al tema de la libertad, porque ¿qué significa tener libre albedrío?, desde luego, no una fuerza ilimitada e infinita por encima de todas las cosas, aunque la mayoría de los jóvenes crean, en algún momento, que su experiencia singular puede ser vivida al margen de toda convención y, como pensarían algunos, «nadie ni nada me dirige, yo no estoy dentro de vuestro sistema».
También esa, digamos filosóficamente, ingenua rebeldía, se expresa en el denominado pasotismo «me da igual hacer esto o lo otro◊ “«no me entiendes, lo que quiero es libertad»; así, renegando, se va afianzando en nosotros el sentimiento o la pasión de libertad, pero, como se dijo, y aunque no lo parezca en el uso cotidiano, la libertad, en ese sentido, es un concepto vacío porque no tiene contenido (no representa nada definido) y, por eso, la tradición filosófica habla más bien de libertad como indiferencia, entendiendo que esta pasión difusa de independencia no se refiere a una cosa real, porque no existe algo distinto y claro que se corresponda a ella. Por eso, cuando los jóvenes dicen «pasa de mí o me la trae al pairo lo que me digan», creyendo expresar su libertad, en realidad, aunque sientan estar luchando contra todo, están, rigurosamente hablando, rebelándose contra “nada”, y que en términos filosóficos da lugar a una de las formas de lo que se denomina nihilismo.
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