Pienso que lo propio de las nociones políticas no consiste en ser o no polisémicas: lo propio es que son objeto de una lucha. La lucha política es también la lucha por la apropiación de las palabras.
Comprendo que exista cierto desgaste del término en el lugar donde fue inventado, es decir, en Occidente, pero si pensamos en todo lo que está ocurriendo en Asia, veremos que la palabra aún conserva un sentido. Me parecería muy bien que encontráramos un término más adecuado que remplazara «democracia», pero ¿de cuáles disponemos? ¿Igualitarismo? No es exactamente lo mismo. «Democracia» es la igualdad existente en el seno mismo de la desigualdad. ¿Qué término no está manchado? Y, además, es preciso ser conscientes de lo que hacemos al divulgar una palabra, hemos de darnos cuenta de la fuerza que armamos o que desarmamos, ahí reside el problema, a mi juicio.
J. Rancière
Nota del editor:
El lector tiene en las manos un libro que recoge un total de ocho textos, escritos por algunos de los pensadores y pensadoras que, desde sus distintas posiciones y lenguas, más están ahondando en la reflexión política actual. La necesidad de esta reflexión está fuera de dudas. Sensible a esta necesidad, los textos que aquí se presentan son el resultado de una propuesta de la editorial francesa La Fabrique, encabezada por Eric Hazan. Imitando la iniciativa que la revista La Rèvoluation surrèaliste llevó a cabo en los años 20 y que consistía en interrogar a una serie de personas sobre temas comunes …
…resulta imposible negar hoy en día que hay algo que no funciona en lo que llamamos democracia y que la esperanza que suscitó antaño no se ha cumplido; resulta innegable que la política parece haber dejado de ser política, que ha calado profundamente el desánimo más que justificado de los llamados demócratas, en las casas, las calles, las plazas, los pueblos y las urnas, ante la confusión y el desatino continuado. También en este sentido, entonces, Democracia en suspenso. Ahora bien, con este título no pretendemos afirmar que podría haber, en un porvenir más o menos cercano, un efectivo cumplimiento de eso que llamamos democracia. Lo que afirmamos más bien es que las crisis, en el caos y la desgracia que imponen, abren la posibilidad de pensar los términos más crítica y desesperadamente. Posibilidad abierta, en resumen, para llevar la democracia al ágora del diálogo, para entender lo que ella implica, para impedir que las urnas se conviertan en el lugar de defunción de una esperanza común.
Finalmente, volvamos ahora al principio: el lector tiene en las manos un gesto político (iba a decir, un libro)…
Javier Bassas Vila
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